JOHN ÉDINSON ALMEIDA CALDERÓN | Licenciado en Español y Literatura| Publicado el 6 de junio de 2013
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Sin título (2012) Milo Lockett |
Ese día no lo robaron porque estaba de buenas, le dijo su papá. Pero la verdad es que él había hecho un trato con el ladrón, luego de que este le hubiera dicho esa frase acartonada de: ¿la plata o la vida?
Pactaron que Jorge volvería cuando en verdad tuviera algo de dinero. ¿La plata o la vida?, pero en ese instante solo tenía la vida, por eso lo hizo; sabía de aquellos rateros que apuñalaban a la gente solo porque no tenían nada de valor, y prefirió no arriesgarse. Al menos cuando volvieran a verse Jorge sí estaría preparado, conseguiría algo de plata y no tendría que dejar la vida.
Aquel pacto se debía concretar ocho días después, misma hora y lugar.
Jorge pasó de nuevo por el sitio aun sabiendo que podía tomar otras rutas para ir a la Universidad; se arriesgó a transitar otra vez por el parque Centenario -o cementerio, como le decía su amigo John-, solo porque se consideraba un hombre de palabra. Ese era el acuerdo y debía volver.
El ladrón, por su parte, hizo lo suyo robando ese día en esa zona, una de las tres en las que trabajaba.
-“¿La plata o la vida?”, le repitió como si no tuviera más que decir. Al momento Jorge sacó con orgullo un billete de cincuenta mil pesos que se había ganado trabajando con don Héctor en la litografía de al lado. El atracador lo miró con cara de indignación y le hundió una navaja en el estómago mientras le decía: “¿Eso es lo que vale su vida, cabrón?”
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